miércoles, 20 de octubre de 2010

Salpicado por gotas de sal.

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Almas en las olas.

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Me llegaba la espuma del mar
salpicando mi rostro.

Parado sobre el peñasco
trataba de encontrar
un porqué, una explicación.

Sabía que estaba lejos
de hallar una respuesta.

El mar es implacable
y cuando brama de furia
no tiene lógica alguna.

Igualmente esas gotas
me acariciaban dulcemente
como la mano de un padre,
como el abrazo de un hermano,
con esa piel curtida
pero inmensamente cálida.

Con furia golpeaban la roca
y ese golpe las convertía
en finas partículas
que llegaban hasta mi
para consolar mi angustia.

Así me mantuve por horas
...meditando,
tratando de hallarle sentido
a aquella incomprensible tragedia
que las aguas sepultaron en su lecho.

Después de ese largo momento
y ya un poco más sereno,
aunque sin respuesta alguna,
me alejé de la costa
con la firme convicción
que las olas que enjuagaron
mi entristecido rostro
llevaban consigo las almas
de aquellos audaces marinos
que otra vez...
regresaban sus vidas a tierra
convertidos en chispas de sal.

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Autor del Poema: Jorge Horacio Richino

Todos los derechos reservados.
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y otras páginas y ediciones del autor.

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domingo, 17 de octubre de 2010

Axioma repetido.

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¡¡¡¡Todos los hombres son iguales!!!! Y las mujeres, también!!!!

Recorriendo la web por medio de mi buscador preferido (Google) descubrí esta frase (Todos los hombres son iguales!!!! "cuya intención es la de catalogar al hombre como poligámico") que he escuchado -en más que repetidas oportunidades- en boca de tantas mujeres.
Basta ya con este cuento que no se lo cree nadie. A decir verdad no todos los hombres actúan de la misma forma, como tampoco las mujeres, y si así lo fuera que es lo que pasa con ellas. ¿Son acaso diferentes, son especiales, son inocentes, son un modelo de virtudes desbordantes?
En realidad esta frase o deducción ya es muy antigua y pertenece al pasado. Hoy en día se ha corrido un telón que ha dejado al desnudo la verdad de como son las cosas en ambos sexos y ya no se puede seguir con la parodia que durante tantos años -las mujeres- nos querían hacer admitir, y ellas ponerse en el lugar de víctimas inocentes.
Por esta causa el título de esta edición está expresado de la manera en que se observa, con la finalidad de que probablemente también se ubique en el buscador en la misma página en la que he encontrado el axioma que da lugar para el presente artículo.

Jorge Horacio Richino.
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